¿qué es realmente la AGI?
La AGI será el acelerador definitivo del cambio, para bien o para mal. Promete un avance enorme, pero también plantea preguntas fundamentales sobre el sentido del trabajo, la libertad, la privacidad e incluso el papel del ser humano en la sociedad. Tenemos todo por ganar… y todo por perder, si no mantenemos el control.
M.Descamps
6/26/20252 min leer


Se habla cada vez más de la AGI, la inteligencia artificial general. Es un poco el sueño definitivo de los ingenieros: crear una máquina capaz de comprender, aprender, razonar y actuar en cualquier situación, como (o mejor que) un ser humano. A diferencia de las IA actuales, que son buenísimas en una tarea muy concreta pero totalmente inútiles fuera de su especialidad, la AGI podría hacerlo todo: aconsejarte sobre tu salud, escribir una novela, inventar nuevas tecnologías, negociar contratos, cocinarte… todo, de verdad.
Si esto te parece ciencia ficción, lo entiendo. Pero la verdad es que nos estamos acercando mucho más rápido de lo que la mayoría imagina. Las grandes tecnológicas están invirtiendo muchísimo, la investigación avanza a toda velocidad y hasta los gobiernos empiezan a ponerse nerviosos.
¿Y qué va a cambiar esto para nosotros, en la vida real?
Para empezar, la mayoría de los trabajos “intelectuales” se van a ver muy afectados. Si te dedicas a la contabilidad, el derecho, la traducción o la consultoría, prepárate para tener un “colega” digital que trabaja 24/7, no se cansa nunca y aprende a una velocidad increíble. Incluso los trabajos creativos no se van a librar: la AGI sabrá escribir, componer, diseñar, y sin el ego ni los límites humanos.
Al principio nos va a parecer fantástico: ¿quién no querría un asistente tan potente, que te responde al instante, te resuelve cualquier problema y te avisa antes de que surja? Todos vamos a ganar muchísimo tiempo, seguro. Pero la verdadera pregunta es: ¿qué vamos a hacer con ese tiempo? ¿De verdad lo vamos a aprovechar para crecer o simplemente consumiremos aún más entretenimiento masticado y fácil?
Lo que más me preocupa, sinceramente, es la cuestión del poder. ¿Quién controla la AGI? ¿Unas pocas megaempresas, los gobiernos o una élite tecnológica? Nos dirán que la AGI es “objetiva”, pero ¿quién programó sus valores? ¿Quién puede revisar lo que hace o decide? Hay un riesgo real de acabar en una sociedad ultra-controlada, con solo la ilusión de libertad.
¿Y la privacidad? Nada se escapará al análisis, siempre con la excusa de ayudarte, optimizarte o prever tus necesidades. También hay un riesgo de aislamiento: si pasas el día hablando con una máquina que te conoce mejor que tus propios amigos, quizá ni siquiera te apetezca enfrentarte al desorden y la imprevisibilidad de las relaciones humanas reales.
En resumen: la AGI puede ser un sueño o una pesadilla, según lo que hagamos con ella. Va a sacudirlo todo, probablemente mucho más rápido de lo que esperamos. Y tal vez el mayor peligro no sea que nos supere, sino que le entreguemos —sin darnos cuenta— todo lo que nos hace humanos.
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